martes, 31 de agosto de 2010

El Himno y de Camps



Por: Juan José Ayuso
 La información bibliográfica y hemerográfica está ahí y cualquiera, con la iniciativa, puede escribir una historia del Himno Nacional.
 Ahora, bien.
 Durante los años largos y amargos del exilio español, el poeta León Felipe lo compendió en una frase que por supuesto dirigía al dictador Francisco Franco: “nos llevamos el salmo”.
 ¿Qué le decía el poeta al militar que borró a España por cerca de cincuenta años pero que no pudo borrar a lo español ni producir un arte o una literatura o una música o una política de la dictadura?
 ¿A qué o a cuál “salmo” se refería el poeta Felipe? ¿Qué o cuál era el “salmo” que se habían llevado al exilio los españoles -obreros, profesionales, políticos, intelectuales, literatos, pintores, escultores y músicos, todos de izquierda en adelante?
 El “salmo” de Felipe tiene que ver con la libertad del trabajo en todo sentido, del picapedrero al intelectual, y con el entusiasmo y la mística y el sentido misional que cada trabajador imprime a su labor, no importa dónde la realice, ni lo mal pagada.
 El “salmo” que se llevaron consigo los exiliados españoles de todas las clases, oficios y tendencias políticas era el alma del trabajo con amor individual y solidario, el alma del trabajo con inspiración y aspiraciones que ya no podía realizarse en la España de Franco y que no pudo por cerca de 50 años.
 ¿El arte y la poesía y la investigación académica y la tarea de búsqueda profesional de la verdad podían realizarse como actividades sometidas a leyes y reglas académicas o empíricas frías, sin alma, sin vocación de participación en el bien colectivo, sin el sentido misional que hasta el ser humano más humilde tiene que dar a lo que piensa y a lo que hace? No. No se podía. Y no se pudo.
 “Para comprender mejor el Himno Nacional Dominicano”, trabajo de investigación, tiene impreso en cada palabra el “salmo” de que hablaba el poeta Felipe; la voluntad de aportar un paso adelante al establecimiento y fortalecimiento de la dominicanidad; el sentido misional de tenderse el autor y de tender el autor la mano a tanta gente joven y a tanta gente vieja que, por designios de los poderes malignos de la tiranía, la opresión y la explotación del hombre por el hombre, en inglés y en español, logran disolver los principios del ser nacional en una naturaleza consumista.
 Todo lo cual convierte al historiador Miguel De Camps en maestro de lenguaje sencillo –los chinos, para alcanzar la sencillez, han tenido que andar por más de tres mil años de historia-, portador de una lección de música y poesía que en 1883 convirtieron en obra de arte inmortal José Reyes y Emilio Prud’Homme. Y en el historiador, patriota y poeta, que él quisiera aparentar que no es.

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